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Teotihuacan, ciudad de los dioses

Madrid, 29 de julio de 2011

Teotihuacan fue desde el siglo II a. C. al siglo VII d. C. el centro cultural, político y religioso de una potente civilización. Situada a cuarenta y cinco kilómetros de Ciudad de México, llegó a ser la sexta ciudad más grande del mundo en su tiempo y hoy es una de las grandes maravillas arqueológicas, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Esta muestra, que recorre ocho siglos de historia de una de las maravillas arqueológicas del mundo, ya fue presentada anteriormente en CaixaForum Barcelona, y es la más completa realizada nunca sobre la cultura teotihuacana, con 400 piezas que incluyen algunas de las obras maestras que se han encontrado en esta ciudad prehispánica durante un siglo de excavaciones arqueológicas.

Las piezas que se exponen, algunas de ellas de grandes dimensiones, revelan un elevado refinamiento y un espíritu cosmopolita, abierto a las principales culturas de América central. En la exposición, el visitante descubrirá esta gran ciudad a través de algunos de los aspectos más notables de su cultura: ideología, poder, arte, sociedad, religión, guerra, tradiciones, vida cotidiana y, por supuesto, la influencia que legó la civilización teotihuacana a las diferentes culturas prehispánicas.

La muestra, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, llega a CaixaForum enmarcada en una itineración internacional que ya ha pasado antes, entre otras ciudades europeas, por París, Berlín y Roma, donde ha tenido más de 350.000 visitantes.

Teotihuacan, Ciudad de los Dioses ha sido comisariada por el arqueólogo Felipe Solís, que falleció en 2009, y ha contado con Miguel A. Báez en la dirección científica del proyecto.

La ciudad de Teotihuacan

La Obra Social ”la Caixa” dedica desde hace años a atención a las grandes culturas del pasado. Las muestras dedicadas a la ruta de las estepas, Afganistán, Nubia, el Imperio persa o los tesoros del Reino de Arabia Saudí subrayan los vínculos entre el mundo antiguo y el mundo actual, y presentan la cultura como un medio de entendimiento y de comunicación entre los pueblos.

La ciudad de Teotihuacan, Sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, tiene lugares como la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, unidas por la Calzada de los Muertos, el bellísimo Palacio de los Jaguares o el templo de Quetzalcóalt. Son referentes de la cultura universal.

Teotihuacan significa en lengua náhuatl ‘el lugar de los dioses’ o ‘el lugar donde se hacen dioses’. Considerada como la mayor ciudad prehispánica jamás construida en el continente americano, fue un centro cultural, político y religioso. En esta gran metrópoli antigua se desarrolló, durante más de 800 años, una de las sociedades más importantes del México precortesiano.

Como gran metrópoli, Teotihuacan marcó la pauta de la política, el comercio y la ideología en buena parte de Mesoamérica durante el periodo 150 a. C. – 650 d. C. Tal fue la magnificencia e importancia de esta urbe que, incluso siglos después de su colapso, era considerada como un lugar sagrado por distintos grupos que migraron hacia el centro de México.

Hoy, Teotihuacan sigue constituyendo un elemento fundamental de la identidad mexicana, que busca sus raíces en el complejo entramado de creencias y costumbres de sus culturas antiguas.

El fin de la Ciudad de los Dioses sigue siendo un misterio. La evidencia arqueológica —gruesas capas de ceniza halladas en los yacimientos— parece indicar que, hacia mediados del siglo VII, toda el área metropolitana fue arrasada por un enorme incendio.

También existen indicios de revueltas: las esculturas fueron mutiladas y sus fragmentos dispersados por distintas áreas de la ciudad, y las imágenes de jerarcas y sacerdotes fueron destruidas para terminar con la presencia de la élite y sus representantes. Incluso llegaron a construirse muros frente a las escalinatas de las pirámides para indicar la prohibición de acceso para ceremonias y culto a las deidades.

Se han aventurado varias explicaciones para el colapso de Teotihuacan: revueltas internas contra el poder establecido, situaciones derivadas del excesivo aumento de población, bloqueo de las rutas comerciales e invasiones de pueblos vecinos. A todo ello hay que añadir el fatalismo del pensamiento indígena prehispánico: si la génesis del universo es obra de los dioses, también ellos determinan el final de su creación. El disco de la muerte, mutilado en la acción destructiva contra la ciudad, evoca de forma concluyente el terrible final de una grandiosa civilización.

400 piezas reunidas por primera vez

Teotihuacan, Ciudad de los Dioses presenta más de cuatro centenares de piezas arqueológicas —reunidas por primera vez— que proporcionan una completa visión de la cultura teotihuacana. Las obras proceden de los principales museos pertenecientes al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, entre los cuales destacan el Museo Nacional de Antropología, la Zona Arqueológica de Teotihuacan y el Museo del Templo Mayor. Las obras de estas colecciones se complementan con otras procedentes de colecciones privadas, como la que el pintor Diego Rivera reunió en el palacio de Anahuacalli.

Entre las obras que integran la exhibición, el visitante encontrará pintura mural, esculturas en piedra, estatuillas trabajadas en obsidiana, bellos recipientes de cerámica, suntuosos ornamentos de joyería prehispánica y máscaras rituales —algunas recubiertas de turquesa—, además de figurillas de animales mitológicos de gran importancia en Mesoamérica, como el jaguar y la serpiente, elaboradas en diversos materiales.

Las piezas revelan un elevado refinamiento y un espíritu cosmopolita, abierto a las principales culturas de América central. Se incluyen desde los objetos localizados en los albores del siglo pasado hasta los más recientes descubiertos en el Palacio de Xalla, al norte de la Pirámide del Sol. Entre las piezas emblemáticas destacan el Gran Jaguar de Xalla, una fachada escultórica (descubierta hace pocos años) que conserva gran parte de su policromía; y el llamado Disco de la Muerte, figura en piedra que alude al misterioso fin de esta antigua civilización.

Escultura del dios del fuego, Huehuetéotl. © Consejo Nacional para la Cultura y las Artes - Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Fotografía: Martirene Alcántara

Escultura del dios del fuego, Huehuetéotl. © Consejo Nacional para la Cultura y las Artes - Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Fotografía: Martirene Alcántara

Disco solar con el dios de la Muerte. Plaza del Sol, Teotihuacan, 400 dC. Museo Nacional de Antropología. © Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Fotografía: Martirene Alcántara

Disco solar con el dios de la Muerte. Plaza del Sol, Teotihuacan, 400 dC. Museo Nacional de Antropología. © Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, Fotografía: Martirene Alcántara

Jaguar de Xalla. Xalla, Teotihuacan, 400 dC. Piedra, estuco y pigmentos. Museo Nacional de Antropología. © Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México. Fotografía: Martirene Alcántara

Jaguar de Xalla. Xalla, Teotihuacan, 400 dC. Piedra, estuco y pigmentos. Museo Nacional de Antropología. © Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México. Fotografía: Martirene Alcántara

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