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Las geometrías de Juan Asensio, en el IVAM

La exposición “Juan Asensio. Geometría sin límites”, que acoge el IVAM reúne un total de 25 esculturas que el artista conquense ha realizado ex profeso para esta muestra.

Cinco de estas esculturas están realizadas en acero inoxidable, siendo ésta la primera vez que el artista utiliza este material, lo que supone el inicio de un nuevo registro y orientación en su carrera artística.

La exposición ha sido patrocinada por Cyes y la galería Elvira González de Madrid ha colaborado estrechamente con el IVAM para la realización de esta muestra.

Con motivo de la muestra se publica un completo catálogo con textos introductorios sobre las obras a cargo de Consuelo Císcar, Rafael Sierra, Raquel Gutiérrez, Carlos Marzal, Lyle Rexer, Antonio Lucas, Manolo Valdés y Martín Chirino.

Juan Asensio nace el año 1959 en Cuenca, ciudad en la que estudia y trabaja hasta los diecinueve años. Sus primeras obras son pequeñas esculturas –retratos y estudios anatómicos– realizadas en madera y en barro. Antes de trasladarse a Madrid en 1987, descubre la obra de Oteiza y de Chillida en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, al igual que las apuestas informalistas del grupo El Paso. Cuando intenta pasar a mármol uno de sus modelados figurativos en barro, descifra y penetra en el proceso inmerso en la talla de este material, cuyas cualidades de densidad, potencia y fragilidad conquistan su atención, convirtiéndolo en el vehículo y en el cuerpo físico de sus investigaciones e ideas.

El lecho sobre el que se asienta y se desarrolla la escultura de Juan Asensio es un principio nacido en la naturaleza, en sus formas geométricas imperfectas, a las que se aproxima a través de la geometría euclidiana. Asensio vive al margen de la pura improvisación. Le gusta esbozar una primera idea sobre el papel y después ejecutar dicha aproximación, utilizando los materiales sitos a su alrededor: escayola, barro, chapa de hierro, cartón, etc. En una segunda fase, el escultor realiza una maqueta, en piedra, que le ofrece la posibilidad de apreciar los matices particulares de cada pieza, estudiarlos y perfeccionarlos. Tras analizar los resultados en el prototipo, los medios mecánicos definen las formas preestablecidas por el artista en la materia real. Pero será el tratamiento de lo que Juan Asensio define como la piel de una obra, donde se dibuja su mimo personal, su mirada y su hacer en búsqueda de la exactitud y simplicidad formal, de la sobriedad en la textura y de la austeridad expresiva.

Juan Asensio ha ganado varios premios, incluyendo el primer premio en el XX Certamen de Artes Plásticas de Caja Madrid en 1996, año en que tiene su primera exposición individual en la Galería Elvira González. En 1999 empieza a trabajar con piedras cada vez más limpias, donde desaparece la veta o los accidentes naturales que puedan alterar o distorsionar la esencialidad que busca en la escultura. Asensio descubre el mármol negro de Bélgica y el blanco, materiales más puros de líneas y, a la vez, empieza a familiarizarse con una piedra de Tafalla ocre, de arenisca, que añadirá a su catálogo de superficies preferidas. En toda esta enumeración de materias y masas susceptibles de rendirse ante sus planteamientos, tres son las referencias artísticas que acompañan a la figura de Juan Asensio: Constantin Brancusi, Isamu Noguchi y Anish Kapoor. Sin embargo, tan sólo recoge de ellos un interés común por la espiritualidad intemporal en la que la esencia propicia la comunión entre hombre y naturaleza. De Brancusi extrae la geometría cercana al mundo natural, de Noguchi la noción de universalidad del arte y de Anish Kapoor la habilidad para dirigir al espectador a la meditación sobre el espacio y el tiempo.

La idea de pureza en la obra de Juan Asensio rechaza todo lo anecdótico y lo superfluo de los planteamientos estéticos y no sólo se encuentra en sus formas geométricas, sino también en los materiales que utiliza provistos siempre de uniformidad cromática. Asensio evita el ángulo recto, el cruce de perpendiculares para centrarse en el estudio de la línea curva, cosas que se alzan como paradojas cuya singularidad se encuentra en la síntesis de sus ideas artísticas, a las que vacía de contenido, en un intento de huir de todo proceso de contaminación.

El “paisaje interior” de Juan Asensio evoca un paraje idealizado, un espacio íntimo que nos lleva a la meditación. El escultor, autor de un elegante y sutil alfabeto, apuesta por una geometría ligada a la naturaleza, creando espacios íntimos y privados en los que reina la paz y la tranquilidad. Sus abstracciones nos conectan con la esencia contenida en sus metáforas, en su mundo personal repleto de símbolos; símbolos que condicionan el despertar de nuestros sentidos y el enriquecimiento de nuestra existencia. Sus intervenciones, tal y como se refleja en esta muestra, postulan conceptos como la pureza, el fluir del tiempo, la estabilidad y la inmovilidad contenida que están en la base existencialista de nuestra filosofía.

“Hoy en día, en el panorama artístico, resulta insólito y gratificante encontrarse con escultores como Juan Asensio capaces de reunir tanto maestría como dominio de la materia y que a su vez el hecho artístico produzca fascinación. Creación y realización, estas observaciones están siempre presentes en la obra de Juan Asensio, obra en la que el artista sintetiza la forma hasta tal punto de convertirla en belleza y perfección, logrando a partir de la exquisitez de sus formas una escultura tan conceptual como real; y que a través de una gran síntesis formal y volumétrica nos acerca de manera sigilosa a estas formas de gran pureza, eliminando todo lo que puede tener de accesorio una obra de arte”, Martín Chirino.

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