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En esto ver aquello. Octavio Paz y el arte

México, 20 de octubre de 2014
Dentro de su vasto horizonte intelectual, Octavio Paz asignó un lugar privilegiado a las artes visuales. Su interés en la pintura y la escultura abarca desde las creaciones mesoamericanas hasta el arte tántrico, con especial énfasis en las vanguardias artísticas del siglo XX de Europa y América: cubismo, abstraccionismo, surrealismo y expresionismo abstracto.

El propósito central de la exposición es plasmar esa experiencia estética con el fin de crear un diálogo multidireccional entre los textos del poeta-pensador, las obras expuestas y el espectador.

PICASSO Y EL CUBISMO
En el ocaso del siglo XIX y el amanecer del XX nació una nueva era que revolucionó la forma de ver e interpretar el mundo. Los grandes descubrimientos científicos y tecnológicos sumados al surgimiento del psicoanálisis, parecían confirmar el poder ilimitado del hombre sobre sí mismo y el universo. Ese optimismo se resquebrajó con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, año del nacimiento de Octavio Paz. En ese contexto histórico surgieron las vanguardias artísticas de la centuria pasada.

La idea de descubrir la esfera, el cono y el cilindro en la naturaleza, propuesta por Paul Cézanne, antecede al cubismo y la abstracción en el intento por expresar la verdadera realidad de la naturaleza, no por imitarla. A la geometría cézanniana, Pablo Picasso y Georges Braque agregaron la representación de la realidad desde diversos puntos de vista y la ruptura con los hábitos tradicionales de la precepción visual. Se eliminó la perspectiva y se introdujo la libertad para distorsionar la figura.

El cubismo tuvo una vida corta y no pudo ir más allá de los límites estéticos fijados por sus creadores, pero influyó de manera determinante en el surgimiento del arte abstracto y en la modernidad pictórica del siglo XX: “El arte de Picasso encarna en una suerte de feroz fidelidad –una fidelidad hecha de invenciones– la estética de la ruptura que ha dominado a nuestro siglo”.

MARCEL DUCHAMP. APARIENCIA DESNUDA
Octavio Paz considera que Picasso y Duchamp son polos opuestos y que ambos fueron los pintores más influyentes del siglo XX: “El primero por sus obras; el segundo por una obra que es la negación misma de la moderna noción de obra”.

Duchamp fue uno de los cerebros de la revolución artística del siglo XX. Su obra está sustentada en el humor, la provocación y la transgresión como formas de pensamiento.

A través del humor racional y corrosivo conocido como metaironía, Duchamp creó los objets trouvés o readymades con el propósito de desmitificar la obra de arte y criticar lo que llamó el arte “retiniano”, basado en lo que ven los ojos, prescindiendo del pensamiento. Son objetos elegidos por Duchamp con total indiferencia por su belleza o fealdad — un peine, un portabotellas, una ventana, un urinario, o una rueda de bicicleta sobre un banco— que paradójicamente, al inyectarlos de ironía y firmarlos, los convierte en “obras de arte”. La influencia de Duchamp fue central para la llamada posmodernidad.

CAMINOS A LA ABSTRACCIÓN
El cubismo desfiguró la realidad, el surrealismo intentó cambiarla y Duchamp se burló de ella; la abstracción la borró. Al suprimir la imitación y toda referencia a la realidad visible, el arte abstracto representa la revolución más profunda de las vanguardias artísticas del siglo XX. También es la que más ha perdurado como estilo pictórico.

El abstraccionismo surge de una tradición milenaria, vinculada al pensamiento filosófico, religioso y artístico de Occidente, desde los griegos hasta las teorías de Wassily Kandinsky o Kazimir Malévich. La iconoclasia (del griego eikón, imagen, y klaó, romper), parte del rechazo a la representación visual de lo divino o a la adoración de las imágenes religiosas.

SUBVERSIÓN SURREALISTA
“El surrealismo fue una rebelión vital que intentó unir en una sola las dos consignas de Marx y Rimbaud: cambiar al mundo/cambiar al hombre”, afirma Octavio Paz. El arma para lograrlo fue la imaginación; su ámbito, la poesía y el arte. En los años cuarenta el poeta mexicano participó en el ocaso del movimiento surrealista y convivió con algunos miembros del grupo, entre ellos su fundador, André Breton.

Para Octavio Paz, lo más importante de la experiencia surrealista fue su aspecto moral, expresado en la defensa explosiva de la libertad interior, la supremacía de la subjetividad y la omnipotencia del deseo. En el surrealismo Paz descubrió el valor de la imaginación y del ámbito simbólico del hombre, irreductibles a la razón lógica o a la cuantificación de la ciencia.

Dentro de la variedad del arte surrealista existen elementos comunes surgidos de la aspiración al automatismo psíquico propuesto por Breton como vía para acceder al mundo de los sueños registrado en el inconsciente recién descubierto por Freud. La imaginación surrealista bebió de ese manantial onírico con el fin de encontrar y expresar la súper-realidad mediante el ejercicio irrestricto de la libertad creativa. La provocación, el absurdo, el humor, la burla, el erotismo sonriente, el cuestionamiento de la tradición artística y el desprecio a los atavismos sociales o religiosos son las constantes del arte surrealista.

LA SONRISA DE EROS
El erotismo ocupa un lugar central en la poesía y los ensayos de Octavio Paz. "El erotismo es sexualidad transfigurada: metáfora. El agente que mueve lo mismo al acto erótico que al poético es la imaginación. Es la potencia que transfigura al sexo en ceremonia y rito, al lenguaje en ritmo y metáfora", escribe Paz. Los textos de Paz consagrados al tema del erotismo y el amor revelan con especial hondura el ámbito más íntimo de la vida y la sensibilidad del poeta, al tiempo que señalan momentos clave de su pensamiento literario.

Este espacio propone una conversación estética y erótica entre las representaciones artísticas referidas al sexo, el erotismo y el amor en las culturas orientales, europea, estadounidense, mesoamericana y mexicana.

Se presenta una diversidad de expresiones artísticas surgidas de la potencia de Eros: pinturas, torsos de piedra provenientes de la India que revelan las delicias carnales y simbólicas del cuerpo femenino, así como representaciones simbólicas de la sexualidad masculina, a través de esculturas de grandes artistas provenientes de diversas latitudes y épocas.

LA OTREDAD MESOAMERICANA
Desde la perspectiva de Octavio Paz, el aislamiento de la civilización antigua de México explica su originalidad, pero también la debilidad que condujo a su derrota y desvanecimiento. "El arte es la punta del iceberg que es toda civilización hundida", escribe Paz. En efecto, el arte es el rostro de las civilizaciones: un rostro perenne. La sensibilidad de Paz se enfrentó con la mirada del poeta al enigma de la otredad mesoamericana. La extrañeza de la civilización prehispánica le produjo cierta zozobra que se tradujo en una verdadera fascinación.

La grandeza de la cultura mesoamericana se manifestó desde sus orígenes en la magnificencia de su arquitectura, escultura y pintura. Es sorprendente que, sin haber rebasado la Edad de Bronce desde el punto de vista tecnológico, los hombres de maíz hayan sido capaces de crear un calendario cuya precisión no fue igualada sino hasta el medioevo europeo, gracias a sus conocimientos astronómicos y matemáticos que condujeron al descubrimiento del cero, así como una compleja cosmovisión que sustenta sus creaciones artísticas.

No se le llamaba arte, pero sin duda lo es: arte excelso, por su impecable factura y complejidad simbólica, prueba fehaciente de la sofisticación de su pensamiento mítico. A ello debe agregarse el refinamiento de la imaginación precolombina expresada, por ejemplo, en la escultura de Tlatilco de una mujer con doble rostro en la que Octavio Paz vio una pasmosa prefiguración de Picasso. Como se muestra a lo largo de la exposición, la estética mesoamericana influyó en algunos de los más grandes artistas del siglo XX.

"El arte sobrevive a las sociedades que lo crean. Es la cresta visible de ese iceberg que es cada civilización hundida. La recuperación del arte del antiguo México se realizó en el siglo XX. Primero vino la investigación arqueológica e histórica; después, la comprensión estética. Se dice con frecuencia que esa• comprensión es ilusoria : lo que sentimos ante un relieve de Palenque no es lo que sentía un maya. Es cierto. También lo es que nuestros sentimientos y pensamientos ante esa obra son reales. Nuestra comprensión no es ilusoria: es ambigua. Esta ambigüedad aparece en todas nuestras visiones de las obras de otras civilizaciones e incluso frente a las de nuestro propio pasado", Octavio Paz.

LAS DOS CONQUISTAS: LA DE LAS ARMAS Y LA DE LAS ALMAS
La primera está plasmada en diversas obras pictóricas que presentan con maestría el dramatismo de una lucha armada desigual. Paz se propuso despojar a la Conquista española del velo ideológico que ha impedido el análisis y la asimilación de ese fenómeno histórico complejo y contradictorio que partió en dos la historia mexicana, al tiempo que estableció los cimientos de su nacionalidad.

La conquista del imperio mexica por los españoles ha sido vista como una matanza cruel que destruyó la civilización indígena desarrollada en parte del territorio de lo que hoy es México, lo cual es cierto, pero con una salvedad: la nación mexicana surgió de ese encuentro sangriento, que no sólo fue una derrota armada sino una victoria de la cultura occidental sobre la civilización mesoamericana.

La segunda Conquista, la de las almas, rescató a los indígenas de su orfandad espiritual. En la visión del poeta, la creación más compleja y singular de la Nueva España no fue individual sino colectiva y no pertenece al orden político ni económico sino al religioso.

MESTIZAJE Y MILAGRO
"Nueva España fue una sociedad hecha para durar, no para cambiar. Su ideal era la estabilidad y la permanencia. Fue construida a imagen del orden divino, del orden eterno. Pero la edad moderna principia como una crítica radical. La edad moderna ve en la crítica a la madre del cambio y al cambio que identifica con el progreso como el motor de la historia. Para la edad moderna el cambio es bueno, es progreso. Para la Nueva España el cambio no es bueno, es malo, es una alteración de la permanencia y del orden eterno", afirma Octavio Paz.

Sin embargo, la sociedad novohispana estaba unida por una serie de principios, relaciones afectivas y por una esperanza ultraterrena. En opinión de Paz, ese fue el gran logro de la civilización creada en la Nueva España. El género pictórico de las castas es una de las expresiones más fascinantes del virreinato novohispano. Representan la mezcla racial de los grupos principales que habitaron el territorio de la mal llamada Colonia, tales como indios, españoles, negros y albinos.

ACADEMIA Y PINTURA POPULAR
Dentro del convulsionado siglo XIX mexicano, el interés pictórico de Octavio Paz estuvo centrado en José María Velasco, Hermenegildo Bustos, José Guadalupe Posada y la pintura popular.

La obra de José María Velasco es para Paz "la crónica de la luz y sus epifanías". Considera que sus lienzos son fruto de la ciencia, no de la sensualidad, porque el pintor contemplaba el paisaje del Valle de México con los ojos de un naturalista y no con los del asombro. Reconoce en su obra la precisión académica de la pincelada y el uso magistral de la perspectiva, pero percibe cierta frialdad en la perfección de sus creaciones.

"Bustos pinta a la perfección lo más complejo, difícil y misterioso: el rostro humano", escribe Paz. El poeta compara las obras del artista zacatecano con los retratos de Fayún pintados hacia el siglo II d. C., durante el periodo Copto, en tiempos de la invasión romana de Egipto.

REVOLUCIONES Y REVELACIONES
Los ensayos de Octavio Paz consagrados al arte del siglo XX mexicano pueden dividirse en dos etapas: el Muralismo mexicano y la Generación de la ruptura, así como los artistas clasificados por él mismo como "solitarios e independientes". En sus textos sobre la obra de José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros confluyen el crítico de arte, el historiador y el analista político; ámbitos que él siempre distinguió. Paz escribió polémicos e indispensables ensayos sobre la obra de Orozco, Rivera y Siqueiros representada en la muestra por los murales integrados a la suntuosa arquitectura del octogenario Palacio de Bellas Artes.

"Como siempre ocurre en la historia del arte, esa ruptura fue también, a su manera, una continuidad. ¿Por qué hubo esa ruptura? Un estilo termina siempre por devorarse a sí mismo. Repetir a Orozco hubiera sido una insoportable mistificación, el nacionalismo de Rivera tendía a convertirse en mera decoración y superficie pintoresca, el dogmatismo de Siqueiros implicaba un inaceptable sometimiento de la libre inspiración de los artistas a la estética del llamado realismo socialista que nunca fue muy realista, ni tampoco socialista", afirma Paz.

En la sala se exhiben obras de los artistas mexicanos de la segunda mitad del siglo XX en diálogo con algunos extranjeros sobre los que también escribió Octavio Paz. Esta reunión de artistas puede considerarse una expresión de afectos y gustos, correspondencias y ecos que sedujeron la mirada del autor.

EL AQUÍ Y EL ALLÁ
Las reflexiones de Octavio Paz sobre la relación entre escritura y pintura nos remiten a la dimensión conceptual de la creación artística; a las ideas, creencias o circunstancias que inducen al pintor a plasmar en el lienzo ciertos temas, visiones o contenidos. Tratar de descubrir lo que pensaba un artista al momento de pintar es un ejercicio de interpretación iconológica del que pueden surgir verdaderos hallazgos.

En este núcleo de la muestra se reúne una selección de artistas y obras en los que Paz puso especial énfasis, tanto en ensayos como en poemas dedicados específicamente a una pintura o un autor.

El propósito es crear un diálogo entre las ideas o situaciones que están detrás de lo plasmado en las pinturas expuestas, adentrándonos en el pensamiento del artista al momento de crear su obra con el fin de sugerir similitudes y contrastes, confluencias y divergencias entre artistas europeos, estadounidenses y mexicanos como Richard Dadd, Martín Ramírez, Rodolphe Bresdin, Giorgio de Chirico, Edvard Munch, José Clemente Orozco, Edward Hopper, David Alfaro Siqueiros, Robert Rauschenberg, Robert Motherwell, Manuel Felguérez, Pierre Alechinsky y Rufino Tamayo.

Fotografía de Octavio Paz. Museo del Palacio de Bellas Artes de México.

Fotografía de Octavio Paz. Museo del Palacio de Bellas Artes de México.

Juan Gris (1887-1927), Cuillère et bol (Cuchara y tazón),1918, Óleo sobre tela, Colección Pérez Simón

Juan Gris (1887-1927), Cuillère et bol (Cuchara y tazón),1918, Óleo sobre tela, Colección Pérez Simón

Jackson Pollock, No. 15, 1950, Óleo sobre masonite

Jackson Pollock, No. 15, 1950, Óleo sobre masonite

Portrait of Luther Burbank. Frida Kahlo

Portrait of Luther Burbank. Frida Kahlo

A Celestial Nymph. Chandella Period (ca. 825–1310)

A Celestial Nymph. Chandella Period (ca. 825–1310)

Verdadero retrato de Santa María Virgen de Guadalupe. Josefus de Ribera Argomanis

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