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Zamora, una Semana Santa especial

Por Tomás Alvarez
Fotografías de Estudio Mynt

Zamora, en el noroeste español, es austera, profunda y bella. Pujante en la Edad Media y maltratada durante siglos por la decadencia, conserva sobre un otero que domina el río Duero su viejo centro urbano, cuajado de historia y de sabor románico, donde la Semana Santa tiene honda tradición y una especial emotividad.

En la Edad Media, esta importante ciudad del Reino de León, tenía fama de ser inexpugnable. Era llamada –por sus murallas indómitas- “la bien cercada”. Sobre aquellos muros sigue, dominante, la mole catedralicia, con una torre que de no haber sido medieval creeríamos que es fruto de un artista del cubismo.

Tiene Zamora una vega ubérrima, en torno a la cual se asientan dos comarcas conocidas como Tierra del Pan y Tierra del Vino. ¿Qué más pediría el hombre de antaño que el pan, el vino y los frutos del vergel del Duero?

Pero el viajero del siglo XXI no busca el pan o el vino –que siguen siendo necesarios- sino la emoción del espíritu. Y Zamora para ello ofrece, en los días en los que la primavera despunta ante sus muros, una Semana Santa cargada de interés artístico y fervor.

La Semana Santa en Zamora.

La ciudad tiene unos 60.000 habitantes, pero en Semana Santa alcanza los 300.000, porque estas celebraciones religiosas han alcanzado fama allende las fronteras.

Los primeros documentos conservados de la Semana Santa de Zamora , son de los años 1273 y 1279. Se refieren a la procesión de Ramos y a la representación que sobre ese motivo evangélico se efectuaba en la puerta del Mercadillo. Lo narrado en ellos se ha mantenido hasta nuestros días, aunque hayan variado algunos elementos. Si a esa procesión inicial de la Semana Santa acudían cabildo catedralicio y autoridades, así siguen haciéndolo en la mañana de Ramos; sin embargo, ha desaparecido la representación, ha cambiado de templo y se ha suprimido el paso por la puerta del Mercadillo.

Los siglos XIV y XV marcaron una profundísima huella en la cristiandad europea. La peste negra que asoló el continente en los años centrales de la decimocuarta centuria y las crisis que la siguieron, dieron lugar al nacimiento de un buen número de cofradías que rendían culto a la Cruz. Ninguna de ellas, desgraciadamente, ha llegado a nuestros días en Zamora.

El siglo XV, sin embargo, legó tres cofradías que, con diferente trayectoria, aún siguen manteniendo una gran vitalidad: las de la Vera Cruz, la Madre de las Angustias y la Resurrección. La Cofradía de la Vera Cruz, la más antigua, surgió ligada a los conventos de San Francisco y de Santo Domingo. Era una hermandad general de penitencia que desfilaba acompañada de un estandarte con un Crucificado pintado, al que acompañaban los hermanos de luz con velas y los disciplinantes azotándose.

San Vicente Ferrer, en su visita a Zamora en 1411, habría de ser el fundador de la cofradía de Nuestra Madre de las Angustias. Su sede era la iglesia de San Vicente, y se constituyó como una hermandad de penitencia en la que sus miembros se disciplinaban públicamente; pero, a diferencia de la anterior, pronto comenzó a adquirir diversos pasos.

También en el siglo XV nacieron diversas cofradías de Resurrección, con sede en las iglesias de la Horta, San Cipriano, y convento de Santo Domingo. De ellas, solo ha llegado a nuestros días la primera. En ésta, nada esencial ha cambiado a lo largo de los siglos en su desarrollo procesional. La mitad de los hermanos acompañaban a la Virgen, aún Dolorosa; la otra mitad, lo hacía con el Resucitado; por recorridos diferentes. Al llegar a la Plaza se encontraban ambas imágenes, momento de júbilo general. Entonces, la Virgen cambiaba el manto negro por otro azul, pasando a la advocación del Rosario o de la Alegría.

El siglo XVI también dejó su huella en la Semana Santa. El concilio de Trento supuso la aparición de las llamadas procesiones barrocas, que en Zamora están representadas por la del Santo Entierro, nacida en 1593, hace ya más de 400 años. Aunque su cofradía era gremial de sederos, pronto asumió la procesión el carácter de oficial de la Semana Santa; también pasó a ser una hermandad que aceptaba todo tipo de gentes. Pero ese carácter gremial inicial, hizo que externamente fuera distinta a las demás. Sus miembros nunca se disciplinaron en público ni usaron un hábito de desfile. La tipología de procesión oficial es una de las características que se ha mantenido a lo largo del tiempo.

El siglo XVII dejó como testimonio una de las más bellas procesiones de la Semana Santa zamorana - la de Jesús Nazareno-, que desde entonces recorre las calles de la ciudad en la madrugada del Viernes Santo.

Desde 1759 hasta 1816, las cofradías sufrieron una fuerte crisis, con numerosas desapariciones y transformaciones. Figura clave para entender este proceso es la del obispo don Antonio Jorge Galván, que ocupó la sede zamorana de 1767 a 1776, y que con un espíritu ilustrado intentó limpiar de determinadas prácticas no muy ortodoxas a cofradías y procesiones. Fruto de estas reformas se fue configurando una Semana Santa parecida a la actual. Se eliminaron las danzas y elementos contradictorios de las procesiones; pero, sobre todo, se prohibió terminantemente la práctica de la disciplina pública.

No ha llegado a nuestros días ninguna procesión nacida en el siglo XIX; pero, a pesar de ello, ningún momento de la historia ha sido tan importante, posiblemente, para la configuración de la actual Semana Santa zamorana, merced al impulso que la burguesía local, circunstancia que coincide con el auge creativo de un imaginero autóctono, Ramón Alvarez, capaz de plasmar grandes escenas de la Pasión, sustituyendo y aumentando los antiguos grupos escultóricos.

También fue importante la aparición de una serie de personas al frente de cofradías e instituciones capaces de transmitir a la ciudad la necesidad de apoyar la Semana Santa. Un hecho a destacar en la fase final del siglo XIX fue la creación, en 1897, de la Junta de Fomento de la Semana Santa.

El siglo XX es la época que ha legado más testimonios. En 1925 surgió una nueva cofradía, la del Santísimo Cristo de las Injurias. Tras la Guerra Civil de 1936, se registró la creación cinco nuevas hermandades. A la vez, surgió una procesión que pronto fue asumida por la ciudad como ejemplo a seguir, la de Jesús Yacente, en tanto que se popularizaban otras como la Entrada Triunfal en Jerusalén, la Soledad, Jesús del Via Vía o la Tercera Caída. En el tramo final del siglo XX se profundizó en este fervor, aparecieron hermandades jóvenes, se introdujeron nuevos elementos musicales, lumínicos, vestuario, etc. a la vez que se mantuvo la tradición popular.

Belleza y arte

La Semana Santa de Zamora consiguió el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1984, y tiene un creciente prestigio internacional.

Los desfiles procesionales zamoranos no sólo tienen un hondo contenido emocional y una excelente participación popular, sino que exhiben tallas de valor. Aparte de la obra del imaginero Ramón Alvarez, cabe citar tallas góticas e y renacentistas, barrocas e incluso la opera prima de Mariano Benlliure.

Merece la pena la contemplación de las procesiones de Virnes y Sábado Santo, con momentos intensos, como el canto del Miserere en la plaza de Viriato.

Ese profundo entronque entre la ciudad y la Semana Santa no sólo es perceptible con ocasión de éstas festividades religiosas, sino que aparece en forma de monumento e incluso un museo, creado en los años 90, donde se presentan 33 grupos escultóricos, túnicas y hábitos de las distintas cofradías y hermandades de la ciudad.

Y por si fuera poco, la ciudad conserva la tradición culinaria inherente a su enclave. zona de encuentro de valle y monte, urbe de la Vía de la Plata. Todo ello asegura tradición y variedad; desde buenas truchas hasta excelentes cabritos y corderos... Y no nos olvidemos del vino de Toro. Porque si es bueno orar, pero no le va en zaga el fervor hacia los asuntos de la mesa.

Tomás Alvarez.

Fotografías de Estudio Mynt

Desfile de la hermandad penitencial Nuestro Señor Luz y Vida. Tarde-noche del Sábado de Dolores.

Desfile de la hermandad penitencial Nuestro Señor Luz y Vida. Tarde-noche del Sábado de Dolores.

Hermandad del santísimo cristo de las Injuria, Cofradía del Silencio. Tarde-noche del Miércoles Santo

Hermandad del santísimo cristo de las Injuria, Cofradía del Silencio. Tarde-noche del Miércoles Santo

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