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Avance en la Cumbre Climática de Bonn

Por Artemio Artigas

Bonn, Alemania, 22 de julio de 2001. guiarte. com En Génova, los grandes de la economía mundial no dieron luz verde a una política común anticontaminación, pero, pese a ello, se alcanzó un consenso positivo en la cumbre de Bonn, donde se debatió sobre el cambio climático. La Cumbre del Clima de Bonn aprobó en su última sesión plenaria y tras agónicas dificultades, un acuerdo sobre la manera de implementar el Protocolo de Kioto, después de que las partes llegaran a un trabajado consenso. Un cerrado aplauso corroboró la meritoria intervención del presidente de la conferencia, Jan Pronk, pieza clave del acuerdo. Йste, en la última sesión del encuentro de Bonn, pidió disculpas a los delegados por el retraso, y explicó que éste se debió a la dificultad de las negociaciones.

La conferencia tenía que concluir el domingo 22 de julio, pero los 178 países presentes en la cumbre se negaron a acaptar el fracaso y continuaron la negociación durante la noche, en unas 30 horas llenas de momentos críticos.

El acuerdo logrado permitirá que el Protocolo de Kioto sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero entre en vigor en el 2002, décimo aniversario de la celebración de la Cumbre de la Tierra de Río. Pero el compromiso, por desgracia, no incluye a EE.UU. que provoca un tercio de la contaminación del planeta por sus gases tóxicos.

No obstante, esto supone un triunfo de la opinión pública y un serio revés para la política de Bush, que debería hacerle repensar su posición. También supone un triunfo de la posición de la Unión Europea, siempre más próxima a las tesis anticontaminantes.

En este sentido se pronunciaron algunas organizaciones. Estados Unidos se ha quedado solo. Hoy es un gran día para la comunidad internacional, para el Medio Ambiente, declaró la representante de la sección alemana de la organización ecologista WWF, Regine Gínter.

El Protocolo de Kioto obliga a los países industrializados a recortar sus emisiones de dióxido de carbono hasta lograr una reducción media mundial del 5,2 por ciento en el periodo 2008-12 respecto de los niveles de 1990.

Kioto entrará en vigor noventa días después de que sea ratificado por un mínimo de 55 países cuyas emisiones representen el 55 por ciento del total mundial. El hecho de que Rusia, Canadá y Japón se hayan sumado a la UE garantiza la obtención de estos mínimos.

Entre las reticencias más ostensibles, las de Japón, lo que ha obligado a cesiones por parte de las posiciones europeas, especialmente en materia de sanciones a quienes incumplan el protocolo.

La posición europea, forzada para hallar un consenso, mostraba ya una rebaja de los objetivos de reducción de gases previstos en el Protocolo. Primó la filosofía de mejor un mal acuerdo que un desacuerdo.

Tambien se diseñó una cuota de aportaciones a los países menos desarrollados: 410 millones de dólares anuales hasta el 2005, para ayudarles a combatir el cambio climático y sus efectos, según ha indicado.

Río-La Haya-Bonn

Esta Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático es la segunda parte de la celebrada en noviembre pasado en La Haya.

La conferencia de La Haya –prolongada ahora en Bonn- tenía como objetivo principal definir los mecanismos de aplicación del Protocolo de Kioto, pero se suspendió sin acuerdo, debido a las diferencias insuperables entre los principales negociadores, la Unión Europea y Estados Unidos.

Durante las últimas décadas ha ido creciendo la preocupación por el cambio climático y sus efectos, por lo que se plantearon sucesivas reuniones e iniciativas para estudiar el efecto invernadero y adoptar conjuntamente una política de defensa de la naturaleza, con reuniones celebradas en diversas capitales del mundo.

En 1992, en el Comité Intergubernamental de Negociación del Convenio general sobre Cambios Climáticos de la ONU, delegados de 140 países aprobaron un convenio no vinculante sobre el Cambio Climático, que en el mes de junio fue firmado por los representantes de los países asistentes a la Cumbre de la Tierra, de Río de Janeiro.

Posteriores conferencias sobre el cambio climático en Berlín y Ginebra mostraron la preocupación por la incidencia del factor humano en el cambio climático y reconocieron la necesidad de fijar objetivos cuantitativos legalmente vinculantes para limitar la emisión de gases por los países industrializados.

En 1997, en la III Conferencia celebrada en Kioto, se logró un acuerdo para frenar la degradación medioambiental de la Tierra, obligando a los países industrializados a reducir sus emisiones de gases.

El protocolo de Kioto establece medidas concretas para reducir las respectivas emanaciones de seis gases (CO2, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbono, perfluorocarbono y sulfuro hexafluoruro).

Reuniones posteriores en Buenos Aires(1998) Bonn(1999) y La Haya(2000), mostraron las dificultades de algunos países industrializados para asumir el protocolo. EEUU fue clave en estos fracasos.

La oposición de Estados Unidos a ratificar el acuerdo de Kioto se acentuó tras la asunción de la presidencia de la Unión por George W. Bush, quien declaró tajantemente, en marzo pasado, que su país no firmaría el texto de Kioto. Esto incentivó el afán anticontaminante de la opinión pública, en todo el mundo, aunque también matizó la posición de algunos países aliados de EE.UU.

Malos augurios desde Génova

La cumbre del G-8 de Génova terminó con un balance de tragedia, el esbozo de medidas limitadas favorables a los países menos desarrollados y con la predisposición, admitida por todos los líderes, a introducir algunos cambios en la filosofía de este foro.

Ha sido patente el deseo de vender a la opinión pública la idea de que la globalización favorece a los más desfavorecidos, un anzuelo que difícilmente se puede engullir por quienes ven cómo el dominio de la aristocracia económica transforma a los propios dirigentes políticos en títeres del sistema global.

La reunión de los Ocho en esta ciudad mediterránea estuvo opacada por la protesta de las gentes opuestas a la globalización, que entienden que estas reuniones carecen de voluntad democrática, carecen de representación de los más débiles, y no son sino un sistema para consagrarlas diferencias, cuando no para aumentar los desequilibrios norte/sur.

La muerte de un joven, los disturbios y la presencia de una multitudinaria manifestación, consagran la oposición radical a este sistema de cumbres, pese a que la presidencia italiana supo tomar una medida demagógica, cual fue la de invitar a líderes de algunos países en vías de desarrollo, teles como los de Malí, Nigeria, Argelia, Bengala y El Salvador.

Pero en Génova no hubo unidad a la hora de abordar la ratificación del Protocolo de Kioto, que en 1997 fijó la necesidad de que los países industrializados reduzcan sus emisiones de gases contaminantes, generadores del efecto invernadero.

Mientras la Unión Europea actuó en bloque a favor del Protocolo en todos sus términos, Japón y Canadá parecían haber abandonado su ambigíedad y estarían cercanos a firmar. Pero los japoneses no deseaban hacerlo si Estados Unidos no lo hace, para evitar dejar en manos de EE.UU. una ventaja competitiva.

...Y en el fondo del problema: George Bush, identificado con los más reaccionarios intereses de las empresas estadounidenses.

Todos estamos firmemente de acuerdo sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases con efecto de invernadero. Aun cuando exista actualmente un desacuerdo sobre el Protocolo de Kioto y su ratificación, nos comprometemos a trabajar juntos e intensamente para alcanzar nuestro objetivo común, declaran los Ocho en el comunicado final.

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